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Roma y Constantinopla comparten llamada apost?lica

CIUDAD DEL VATICANO, 30 NOV 2006 (VIS).-Esta ma?ana Benedicto XVI asisti? a la Divina Liturgia celebrada en la iglesia patriarcal de San Jorge del Patriarcado Ecum?nico de Constantinopla, que hoy celebra a su patrono, San Andr?s. A su llegada el Papa fue acogido por el patriarca ecum?nico Bartolom? I, que tras las lecturas pronunci? un discurso al que sigui? la intervenci?n del Santo Padre.

“Hoy en esta iglesia patriarcal de San Jorge -afirm? el Papa- experimentamos de nuevo la comuni?n y la llamada de los dos hermanos Sim?n Pedro y Andr?s, en el encuentro entre el sucesor de Pedro y su hermano en el ministerio episcopal, el jefe de esta Iglesia fundada seg?n la tradici?n del ap?stol Andr?s. Nuestro encuentro fraternal subraya la relaci?n especial que une a las Iglesia de Roma y de Constantinopla como iglesias hermanas”.

El Santo Padre dio gracias a Dios por “la nueva vitalidad de las relaciones a partir del memorable encuentro en Jerusal?n, en diciembre de 1964, entre nuestros predecesores el Papa Pablo VI y el Patriarca Aten?goras”, que “la v??spera de la sesi?n final del Concilio Vaticano II (…) dieron un paso ?nico e inolvidable: borraron de la memoria de la Iglesia las mutuas excomuniones de 1054” y de esa forma “confirmaron un cambio decisivo en nuestras relaciones”.

“Hoy, con ese mismo esp??ritu, mi presencia aqu?? est? destinada a renovar el compromiso com?n para proseguir el camino del restablecimiento (…) de la plena comuni?n entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla -exclam? Benedicto XVI-. Os aseguro que la Iglesia Cat?lica est? dispuesta a hacer todo lo posible para superar los obst?culos y buscar, junto con nuestros hermanos y hermanas ortodoxos, medios de colaboraci?n pastoral cada vez m?s eficaces para llegar a ese fin”.

Confi? a los ap?stoles Pedro y Andr?s “la misi?n de hacer disc??pulos entre todas las naciones, bautizando y proclamando sus ense?anzas”, explic? el Papa, y record? que esa tarea hoy es “todav??a urgente y necesaria”, ya que ata?e “no solo a las culturas tocadas marginalmente por el mensaje del Evangelio, sino a las culturas europeas enraizadas desde hace mucho tiempo en la tradici?n cristiana”.

“El proceso de secularizaci?n ha debilitado la consistencia de esa tradici?n, que incluso se cuestiona y rechaza. Frente a esta realidad estamos llamados, junto con todas las otras comunidades cristianas, a renovar la conciencia de Europa acerca de sus ra??ces, valores y tradiciones cristianas, d?ndoles nueva vitalidad. Nuestros esfuerzos para construir lazos m?s estrechos entre la Iglesia Cat?lica y las Iglesias Ortodoxas forman parte de esta tarea misionera. Las divisiones existentes entre los cristianos son un esc?ndalo para el mundo y un obst?culo para la proclamaci?n del Evangelio”.

Benedicto XVI reiter? que Sim?n Pedro y Andr?s fueron llamados a ser pescadores de hombres, pero que esa misi?n “asumi? formas diferentes para cada uno de los dos hermanos. Sim?n (…) fue llamado Pedro, la “roca”, sobre la que se edificar??a la Iglesia: a El (..) fueron entregadas las llaves del Reino de los Cielos. Su itinerario desde Jerusal?n (…) lo llev? a Roma, para que en esa ciudad ejerciera una responsabilidad universal”.

“El tema del servicio universal de Pedro y sus sucesores -explic? el Papa-, dio desgraciadamente, origen a nuestras diferencias de opini?n, que esperamos superar, gracias tambi?n al di?logo teol?gico reanudado hace poco”. Benedicto XVI record? a este prop?sito las palabras de Juan Pablo II acerca de “la misericordia que caracteriza el servicio a la unidad de Pedro, (..) invitando sobre esta base a entrar en di?logo fraterno para individuar las formas en que el ministerio petrino podr??a ejercerse hoy, respetando su naturaleza y esencia, para “realizar un servicio de amor reconocido por unos y otros”.

Por cuanto respecta a Andr?s, que hablaba griego, su misi?n fue ser “ap?stol del encuentro con los griegos”. Andr?s representa as?? “el encuentro entre el cristianismo primitivo y la cultura griega. Este encuentro, particularmente en Asia Menor, fue posible gracias a los grandes padres de la Capadocia que enriquecieron la liturgia, la teolog??a y la espiritualidad de las iglesias orientales y occidentales”.

“El mensaje cristiano, como el grano de tierra, cay? sobre esta tierra y dio mucho fruto”, observ? Benedicto XVI, recalcando que debemos estar “profundamente agradecidos a la herencia derivada del fruct??fero encuentro entre el mensaje cristiano y la cultura hel?nica que ha tenido un impacto duradero” en ambas iglesias.

“En el curso de la historia, tanto la Iglesia de Roma como la de Constantinopla han experimentado la lecci?n del grano de trigo. Juntos veneramos a muchos de los mismos m?rtires, (…) compartimos la misma esperanza que obliga a la Iglesia a proseguir “su peregrinaci?n entre las persecuciones del mundo y el consuelo de Dios” y “el siglo apenas pasado ha sido escenario de valientes testimonios de fe, tanto en Oriente como en Occidente, (…) al igual que hoy. Los recordamos en nuestras oraciones y (…) les ofrecemos nuestro apoyo, mientras pedimos con insistencia a todos los l??deres mundiales que respeten la libertad religiosa como un derecho humano fundamental”.

“La Divina Liturgia en que hemos participado se ha celebrado seg?n el rito de San Juan Cris?stomo. La cruz y la resurrecci?n de Jesucristo han estado presentes m??sticamente. (…) Esta fe en la muerte redentora de Jes?s en la Cruz y esta esperanza que Cristo resucitado ofrece a la familia humana la compartimos todos, ortodoxos y cat?licos. ?Qu? nuestra oraci?n y nuestra actividad diarias -concluy?- se inspiren en el deseo ferviente de celebrar juntos la Divina Liturgia, para tomar parte en la ?nica mesa del Se?or, compartiendo el mismo pan y el mismo c?liz”.

Finalizada la Liturgia, el Papa y el Patriarca Ecum?nico impartieron juntos la bendici?n final.

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