Carta de los Obispos a los fieles Católicos
“La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hech.4, 32)
Queridos Hermanos:
Con ocasión de la “Campaña Anual para el sostenimiento de la acción evangelizadora de la Iglesia”, los Obispos de Argentina queremos compartir con ustedes una reflexión que consideramos importante.
El Papa Juan Pablo II, al comenzar el tercer milenio, precisó que la Iglesia debe ser no sólo “casa” sino también “escuela” de comunión.
La Iglesia vivió esta comunión desde sus comienzos, movida por el impulso transformador del Espíritu Santo recibido en Pentecostés. Los Hechos de los Apóstoles narran que aquellos primeros cristianos “tenían un solo corazón y una sola alma”. Es decir, vivían conforme a lo que Jesús les había enseñado: “En esto conocerán que son mis discípulos, en el amor que se tengan los unos a los otros”(Jn 13,35).
Al describir esta experiencia de la primitiva comunidad cristiana, los Hechos de los Apóstoles mencionan no sólo la oración, la Eucaristía, la escucha de la Palabra de Dios, sino también el aporte económico de los fieles a la comunidad eclesial (Cf. Hech. 4, 35). Se pone de manifiesto así que, si bien la comunión de una comunidad cristiana no se reduce solamente a la participación en el aporte económico para la obra evangelizadora, tampoco la participación puede ser plena sin dicho aporte.
Es necesario redoblar el esfuerzo en el crecimiento de una mayor participación solidaria, que para ser auténtica y visible, ha de comenzar en nuestra realidad más inmediata: nuestra comunidad parroquial. Miremos con realismo: nos urge avanzar más en este camino de la comunión plena.
Desde hace algunos años venimos convocando a esta participación en la acción evangelizadora de la Iglesia. Es indudable que se han cosechado frutos: pero se necesita una respuesta aún más amplia y profunda, brindando cada uno su propio aporte “a las necesidades materiales de la Iglesia” (Cat.Igl.Cat. 2043)
Les agradecemos la atención que darán a este nuevo llamado. La comunión es un don de Dios y lo debemos implorar. Pero también reclama nuestra respuesta generosa.
Sus afectísimos amigos y servidores en Cristo Jesús
Los Obispos de la Argentina
febrero de 2010
en preparación de la Pascua
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